

Ansiedad: lo que necesitas saber.
Una emoción,un estado mental.
Antes que nada, la ansiedad es una reacción NORMAL y COTIDIANA de todos los seres humanos. Si, todos.
Hay muchas formas de conceptualizarla pero lo diré de la forma mas sencilla. Tenemos emociones básicas, alegría, tristeza, asco, sorpresa e ira y tenemos emociones un poco mas complejas o evolucionadas como la ansiedad. Esta emoción sólo la experimentan los seres humanos ya que implica pensamientos, comportamientos, reacciones fisiológicas y experiencias emocionales.
También podemos conceptualizarla como un estado mental que se activa cuando un evento o ciertas circunstancias las interpretamos como una amenaza contra nuestros intereses vitales (aquello que es importante para nosotros). La ansiedad es como un sistema de alerta que se activa cuando sentimos que algo malo podría pasar, aunque todavía no haya pasado. Evaluamos el peligro y al mismo tiempo, nuestras propias herramientas para afrontarlo. Así, se convierte en un estado emocional que puede durar y que está muy conectado con la anticipación.
La ansiedad como aliada
Muchas veces se habla de “ansiedad normal”, pero prefiero pensarla como una aliada.
La ansiedad aparece cuando estamos por enfrentar situaciones nuevas, desafiantes o significativas para nosotras. Es una señal que nos prepara, nos activa y nos ayuda a dar la mejor respuesta posible en ese contexto.
En ese sentido, la ansiedad cumple una función: nos permite anticiparnos, estar más alerta, tomar decisiones clave y alcanzar objetivos importantes. Es ese nivel justo de activación que necesitamos para organizarnos, adaptarnos y desarrollar nuevas estrategias frente a la incertidumbre.
Cuando está en su justa medida, la ansiedad nos impulsa, no nos frena.
En estos casos, la ansiedad:
• Orienta a la resolución de problemas.
• Activa para la acción (nos moviliza).
• Enfoca la atención en lo que es importante.
• Favorece la adaptación y el desarrollo personal, ayudando a nuestra supervivencia física, emocional, social y cultural.
Este tipo de ansiedad no representa un problema clínico, sino que forma parte de nuestras respuestas naturales ante lo que la vida nos presenta.
¿Cuando deja de ser una aliada?
La ansiedad deja de ser funcional cuando sus síntomas se vuelven excesivos y empiezan a interferir en nuestra vida cotidiana. Ya no nos prepara ni nos protege, sino que nos limita.
Esto sucede cuando:
• Interfiere en el funcionamiento diario: en el trabajo, el estudio, los vínculos.
• Genera un malestar emocional significativo.
• Aumenta la percepción de amenaza o incertidumbre, sin ayudarnos a resolverla.
• Afecta la calidad de vida, provocando insatisfacción y sufrimiento sostenido.
Cuando la ansiedad deja de ser una herramienta de adaptación y se convierte en una barrera que nos aleja de la vida que queremos, es momento de prestarle atención.
Las formas de la ansiedad
Como mencioné anteriormente, la ansiedad no siempre es un problema. Es una emoción que puede aparecer frente a situaciones nuevas, exigentes o inciertas, y muchas veces cumple una función adaptativa.
Pero cuando la ansiedad se siente excesiva, persistente o difícil de manejar, empezamos a buscar la manera de evitarla. Si sabemos que cierta situación nos genera mucha ansiedad, probablemente digamos cosas como:
“Mejor no voy”,
“Mejor no le hablo”,
“Mejor me quedo quieta así no me agito…”
Y cuando empezamos a evitar la ansiedad constantemente, es cuando sentimos que se apodera de nuestra vida. En lugar de ser una emoción que nos acompaña, se vuelve una barrera que nos aleja de lo que valoramos. Y ahí es cuando necesitamos prestarle atención.
La ansiedad no se siente igual en todas las personas: puede tomar distintas formas, según el estímulo que la activa y la forma en que nuestro cuerpo y mente responden. Algunos ejemplos comunes son:
• Agorafobia: miedo a estar en lugares donde sería difícil escapar o recibir ayuda, como el subte, un shopping o un avión.
• Ansiedad social: miedo a ser evaluada o juzgada por otras personas, especialmente al hablar en público o al interactuar socialmente.
• Trastorno de pánico: episodios súbitos de miedo intenso (ataques de pánico) y temor persistente a que vuelvan a ocurrir, por miedo a perder el control, morir o volverse loca.
• Ansiedad generalizada: preocupación constante por múltiples aspectos de la vida (salud, trabajo, relaciones), incluso cuando no hay un peligro real.
• Fobias específicas: ansiedad intensa frente a objetos o situaciones puntuales (volar, animales, agujas, etc.).
Algo fundamental para recordar:
La ansiedad es muy incómoda, pero no es peligrosa.
El problema, en la mayoría de los casos, no es la ansiedad en sí, sino cómo nos relacionamos con ella.
Ansiedad y mujeres
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¿Sabías que, según la Organización Mundial de la Salud, las mujeres tienen casi el doble de probabilidades de ser diagnosticadas con un trastorno de ansiedad que los varones?
Esta diferencia no se explica solo por lo biológico. Es el resultado de una combinación de factores que vale la pena visibilizar:
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Factores psicobiológicos
Las mujeres presentan diferencias en la anatomía cerebral, la neuroquímica y la respuesta al estrés. Además, tienden a una mayor activación emocional y a recordar con más detalle las experiencias difíciles. Las hormonas sexuales como el estrógeno y la progesterona también influyen en la vulnerabilidad frente a la ansiedad.
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Hormonas y ciclo vital
Los síntomas ansiosos en mujeres fluctúan con el ciclo menstrual, el embarazo o la menopausia. En el pasado, los niveles más altos de progesterona actuaban como un “ansiolítico natural”. Hoy, la disminución de esta exposición podría aumentar la sensibilidad al estrés.
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Factores socioculturales y de género
Los mandatos de cuidado, la carga mental, la presión por rendir y las experiencias de trauma, especialmente el abuso, se suman al terreno biológico. La ansiedad en mujeres no es solo una cuestión interna, sino también un reflejo de las exigencias sociales que las rodean.
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Historicamente la ciencia tiene una deuda con la investigación sobre la salud mental en las mujeres, principalmente porque la mayoría de las investigaciones se hicieron y se hacen en hombres o en animales(machos).
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Tratamientos
Existen enfoques psicológicos basados en evidencia —como la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)— que han demostrado ser eficaces para reducir el malestar, mejorar el manejo del estrés y transformar la relación que tenemos con nuestras emociones.
A través del trabajo terapéutico, podés aprender a identificar los patrones que sostienen la ansiedad, desarrollar herramientas para afrontarla con mayor flexibilidad y, sobre todo, volver a tomar decisiones alineadas con lo que realmente querés para tu vida.
Frente a esta realidad, mi compromiso es acompañar a todas esas mujeres que sienten que la ansiedad las aleja de la vida que desean construir. Porque merecen herramientas, escucha y un espacio seguro para volver a acercarse a lo que realmente importa.
Testimonios
